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¿Interna o por horas? Todo lo que necesitas saber antes de decidir quién cuida a tu persona mayor

    un mayor y su cuidadora felices compartiendo un momento de afecto en un entorno cuidado y luminoso.

    Tomar la decisión de buscar a alguien que cuide de una persona mayor nunca es fácil. No es solo una cuestión práctica: es una elección cargada de emociones, dudas y, muchas veces, culpa. Y cuando llega el momento, una de las primeras preguntas que aparece es casi siempre la misma: ¿cuidadora interna o por horas?

    No hay una única respuesta válida. Pero sí hay muchas cosas que conviene tener claras antes de decidir. Aquí te cuento, desde la experiencia y con los pies en la tierra, lo que deberías valorar antes de dar el paso.

    No es solo una cuestión de horarios: son dos formas de cuidar muy distintas

    Lo primero es entender bien qué implica cada modalidad. Porque no se trata solo del tiempo que pasa una persona en casa, sino del tipo de presencia que representa.

    Una cuidadora interna es alguien que vive en el hogar de la persona mayor, al menos cinco días a la semana. Suele estar disponible todo el día, aunque tenga ratos de descanso. Es una figura que se integra en la rutina diaria, incluso en los momentos más íntimos.

    En cambio, una cuidadora por horas trabaja solo durante determinados tramos del día: por la mañana, por la tarde o a media jornada. Está para lo que se necesita en ese tiempo, pero no más allá.

    Ambas opciones pueden funcionar. Lo importante es que el tipo de cuidado encaje con lo que realmente necesita tu familiar, y también con la dinámica de tu familia.

    Todo empieza con una pregunta: ¿Cómo está realmente la persona mayor?

    Aquí no hay escapatoria. La elección entre una modalidad u otra depende casi siempre del nivel de autonomía de la persona que va a recibir los cuidados. Y aunque a veces cuesta admitirlo, es crucial ser realistas.

    Estas preguntas pueden ayudarte a hacer una valoración más clara:

    • ¿Se mueve sola o necesita ayuda para caminar, levantarse o ir al baño?
    • ¿Toma medicación en horarios fijos?
    • ¿Tiene alguna enfermedad neurodegenerativa como Alzheimer?
    • ¿Está muchas horas sola?
    • ¿Ha sufrido caídas o desorientaciones últimamente?

    Si las respuestas revelan una dependencia alta o una necesidad de supervisión constante, la figura de la cuidadora interna empieza a cobrar sentido. Si en cambio conserva bastante autonomía, una ayuda puntual puede ser más que suficiente.

    A veces, menos no es más. Y no por querer ahorrar, debemos poner en riesgo su seguridad o bienestar.

    Vivir con alguien nuevo: las luces y sombras de una cuidadora interna

    Hay una cosa que a veces se subestima: tener a alguien viviendo en casa no es solo práctico. También cambia la dinámica del hogar. Para bien y para mal.

    Las ventajas están claras:

    • La persona mayor no está sola nunca.
    • Se crea un vínculo más profundo.
    • La atención es más personalizada y continua.
    • Se reducen traslados y tiempos de espera ante emergencias.

    Pero también hay que tener en cuenta:

    • Se pierde intimidad. Incluso si todo va bien.
    • Puede haber tensiones si no se establecen límites claros desde el principio.
    • El coste es más alto, especialmente si se requiere atención nocturna o experiencia especializada.

    Cuidadora por horas: flexible, accesible y con menos impacto

    Para muchas familias, la opción por horas es la más viable. No solo porque suele ser más asequible, sino porque permite adaptar la ayuda a momentos clave del día.

    Situaciones en las que encaja muy bien:

    • Cuando la persona mayor necesita ayuda puntual, como por la mañana para asearse o desayunar.
    • Si la familia puede cubrir parte del día y solo requiere un refuerzo.
    • Para personas con bastante autonomía que solo necesitan compañía o supervisión en momentos concretos.
    • Como apoyo temporal tras una cirugía o bajón físico puntual.

    Además, permite ir ajustando horarios según se necesite. La clave es organizarlo bien para que no haya solapamientos ni vacíos en el cuidado. Si hay varias cuidadoras a lo largo del día, la comunicación entre ellas debe estar muy bien coordinada.

    Lo único que puede fallar en esta opción es la continuidad: si la persona mayor necesita acompañamiento emocional más profundo o atención constante, una cuidadora por horas puede quedarse corta.

    Más allá del reloj: el factor humano lo cambia todo

    Esto no es un trabajo cualquiera. No estás contratando a alguien para archivar papeles, sino a alguien que va a estar ahí en los momentos más vulnerables de una persona querida.

    Por eso, más allá del tipo de contrato, lo que más importa es que haya conexión. Que se genere un clima de confianza y cuidado genuino.

    Algunos consejos para elegir bien:

    • Busca referencias. De agencias, de otras familias, de asociaciones del sector.
    • Entrevista a la persona con tiempo, sin prisas. A ser posible, con la presencia de tu familiar.
    • Sé claro con las tareas, los horarios y las expectativas. Cuanto más transparente, mejor.
    • Escucha tu intuición. Y también la de la persona mayor, si puede expresarla.

    ¿Y cuánto cuesta realmente?

    Este es uno de los temas que más preocupan, y con razón. Los costes varían según la zona, la experiencia, y el tipo de tareas.

    Para que te hagas una idea:

    Cuidadora interna con contrato legal

    • Sueldo medio: entre 1.000 y 1.400 € al mes.
    • Esto incluye manutención y alojamiento.
    • Hay que cotizar a la Seguridad Social como empleador/a.
    • Si se requiere disponibilidad nocturna o formación específica, el coste puede subir.

    Cuidadora por horas

    • Tarifa media: entre 8 y 10 € por hora (en 2025).
    • Algunos profesionales cobran más si tienen formación en enfermería o geriatría.
    • Puede establecerse un contrato parcial mensual si el trabajo es continuo.

    La decisión perfecta no existe. Pero sí la más adecuada para tu caso

    Elegir cómo cuidar a una persona mayor no tiene una fórmula mágica. Hay familias que empiezan con una opción y luego cambian. Y está bien. Lo importante es que el cuidado funcione, que se adapte, que acompañe.

    Antes de decidir, repasa esto:

    • ¿Qué necesita realmente tu familiar hoy?
    • ¿Qué puede aportar tu entorno familiar (tiempo, espacio, apoyo)?
    • ¿Cómo puede evolucionar la situación en los próximos meses?

    No busques lo ideal, busca lo que funciona. Lo que respeta a quien cuidas, y también a quienes cuidan.